lunes, 11 de marzo de 2013

Jueves, 11 de Marzo


Hoy hace 9 años de un día trágico, grabado a fuego en todos. Un día en el que nos quitaron un poco de libertad, de inocencia, de tranquilidad y de confianza. Hace 9 años de un día infame. Pero lo que más recuerdo, año tras año desde 2004, y siempre que hablo del tema, es el estado de ánimo generalizado que vino después. Claro que recuerdo toda la respuesta de la gente ese mismo día, la solidaridad espontánea y la conmoción nacional. Claro que recuerdo los rumores, teorías y discrepancias que se dieron el mismo 11 de marzo. Claro que recuero la tensión política y el despropósito que se dio en los dos bandas (llamarlos partidos… es alagarlos) que se turnan el poder en nuestro país. Pero no es lo que más recuerdo, ni lo que más quiero recordar.

Recuerdo los días posteriores, en que, por lo menos en Madrid (donde yo estaba) te dabas cuenta de que todo el mundo estaba pensando lo mismo. Había una tristeza generalizada, un ánimo abatido, un pesar en todos. Lo veías en los coches que circulaban a tu lado. En la gente que caminaba por la calle. Todos con el gesto triste. Todos en estado de shock. Hasta el tiempo de aquellos días era nublado, y gris. El cielo azul de Madrid ni quería salir, estaba plomizo y triste. “No está lloviendo, Madrid está llorando” decía la consigna que gritamos en la manifestación.

Y lo destaco porque esos momentos de total abatimiento te sientes hermanado con todos los que te rodean. El hecho de saber a ciencia cierta que cualquier persona con la que te cruzabas estaba pensando lo mismo que tú, creó una especie de atmósfera que venía a decir: estamos llorando y estamos tristes, pero estamos llorando juntos. Daban ganas de poner el brazo sobre el hombro de cualquiera y acompañarle en el sentimiento que compartías. Era más natural que nunca observar a un desconocido y asentir, pues con el dolor de ambas miradas no hacían falta palabras.

No había bocinas en el tráfico. No había bullicio en las terrazas. Madrid bajó sus decibelios por unos días. España miraba desde todos sus rincones hacia el centro y se conmovía de dolor.  No hacía falta luto oficial, era espontáneo porque todos estábamos tristes por nuestros hermanos.

No se puede llamar alegría, pues cualquier palabra alegre es enemiga de aquella tragedia. Pero si siento un atisbo de orgullo y familiaridad nacional cuando recuerdo todo aquello. Nos quitaron muchas cosas y nos cambiaron para siempre. Pero todos nos sentimos juntos en el dolor. Todos nos sentimos hermanos ante quien pierde parte de los suyos. Todos nos sentimos huérfanos y vacíos ante una gran pérdida. Nos sentimos juntos e hicimos País, pues mataron una parte de todos.


Nos quisimos todos más durante muchas horas, nos apreciamos más y nos abrazamos más. Y eso, esos cabrones, no nos lo quitaron. No lo permitimos. No, eso no. Eso no nos lo quitaron

d.e.p víctimas del 11 M