A todo el
mundo le debería gustar el cine. Al final, sea cual sea el género, no deja de ser una
expresión artística que refleja gente
haciendo cosas. Cosas nos gustaría hacer, o no. O hechos que nos gustaría
conocer o no. O fantasía que nos gusta recrear. O situaciones que casi rozan la
pesadilla, pero que nos atrae contemplar por ese misterioso atractivo que un
sentimiento tan intenso como el miedo provoca.
Pero el
final es eso, gente haciendo cosas. Nosotros haciendo cosas. Y somos bichos
sociales. Nos gusta rodearnos de nosotros, de otros. Y ver cómo hacemos cosas.
Ver como los demás reaccionan en situaciones en las que te planteas ¿qué haría
yo? Eso es lo que me resulta atractivo del cine como arte: es una de las
expresiones artísticas más sociales que hay, junto con la música. Pero el cine lleva
la “socialidad” a un nivel de empatía, o al menos de comparación, que lo
convierten en algo que me fascina. Además es algo que nos atrae desde pequeños…
siempre nos ha gustado que nos cuenten cuentos.
Últimamente,
además, trato de fijarme también en la técnica de las películas (sin tener ni p…
idea). Pero me gusta fijarme en las escenas. En la velocidad de la cámara. En
los cambios de plano. En el juego de luces. En los sonidos. En los escenarios y
el atrezo. En como diferentes películas por diferentes directores tienen un
estilo u otro. En la gama de colores que predominan en una película. En la
complejidad de los diálogos y en como tratan de introducirnos o explicarnos
situaciones previas de la forma más natural posible… con lo difícil que eso
tiene que ser. Y tratar de averiguar y evaluar, desde la mayor humildad posible,
si para mí el conjunto es bueno o malo. Vamos, si una película me ha gustado.
Normalmente
mi conclusión trata de ser positiva partiendo de una premisa: una película es
buena si cumple con lo que pretende. No hablo de expectativas, que eso es más
culpa de la labor comercial que otra cosa. Es decir, no espero que una peli de
humor absurdo trate de ser un espectáculo de efectos, o un guion adaptado
majestuoso… si me río mucho es buenísima y ya está. O tratar de ver una de
James Bond esperando que sea El Padrino, cuando es más un cómic cuya labor es
la de entretener con fantasía y acción –y normalmente cumple-. Lo que ya me
gusta menos es cuando una peli es pretenciosa, cuando va de peliculón y es
mucho peor (como Australia…).
Pero lo que
está claro es que hay una serie de películas que son cojonudas sí o sí. Te puede gustar más o menos la temática, que
sea más o menos “tu segmento”, pero son un montón de películas que todo el
mundo tendría que ver.
Como decía
al principio, el cine es una expresión social, y por eso me gusta este ranking
de películas. Está hecha, no por votaciones con nota, sino porque la gente las
haya incluido en su lista de películas favoritas. Y aunque muchos seamos tontos
muchas veces, cuando mucha gente opina en un mismo sentido, casi siempre la
conclusión es que ese juicio tiene mucho valor.
Parece una
lista muy obvia, pero algunas nos faltan seguro, y en conclusión lo único que
estoy recomendando es sentarse a ver cómo nos cuentan un cuento de forma
magistral.
Que
disfrutéis
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