Uno de mis hermanos está enfadado con nosotros, quiere
renunciar a mi familia. No lo puedo evitar, a mí me da pena. Me ha llegado a
decir incluso que le odio, ¿cómo le voy a odiar? ¡Si es mi hermano! ¡Sigue
siendo mi hermano! Si renuncia a la familia, probablemente lo echaré de menos.
Aunque sospecho (y en el fondo quiero) que él también me echará de menos a mí.
Es lo que tiene la familia, me da igual que nos enfademos, lo que quiero es que
las cosas mejoren. Siempre.
No quiero volver a discutir con él sus razones.
Probablemente ambos encontraríamos argumentos de peso para enzarzarnos en un
debate de nunca acabar… y creo que esa no es la solución. Sí que me molesta
cuando se inventa argumentos, que igual ni harían falta; igual que me molesta
cuando mis “padres” se enquistan en simplemente gritar que no tiene razón. Las
familias cambian, es verdad. Pero yo sigo queriendo a mi hermano. Mucho. Me
gustan muchas cosas de su carácter. Me gusta hasta como juega al fútbol.
No me apetece echar de menos a mi hermano, quiero que siga
siendo parte de esta familia. Quiero que se sienta parte de esta familia. Y
quiero que tanto mi familia como él se escuchen más. Porque a veces parece que
se “quieren odiar”. Seguramente se sorprenderían de la cantidad de cosas que
tienen en común y que han olvidado. Es lo que tiene la familia… a veces se
acaba discutiendo sobre la discusión, más que sobre el porqué de las cosas.
Me encanta mi familia, a pesar de que muchas veces somos un
desastre. Es lo que tiene la familia. Se le quiere. Siempre.
Gran post, Currete! Enhorabuena!
ResponderEliminarA ver si es verdad, como tu dices, que nos damos cuenta de las cosas que tenemos en comun, que son muchas y muy buenas.
Un abrazaco!
ahora si pirds! eso es! usando su propia lengua... Tots units fem força! pero tots, tots! jajaja :D
Eliminargracias bro!!